los hombres no lloran







Hace no muchos años los padres nos educaban de manera distinta según el sexo de cada quien, hombre o mujer. Si es verdad, los primeros años de vida la madre se dedicaba en cuerpo y alma al hogar y también a la educación de los hijos, cuando llegaba la adolescencia el padre intervenía de manera más directa en la educación de sus hijos varones, es ahí donde se empezaba a moldear a un hombre según algunos estereotipos aceptados por la sociedad, en donde se creía que los hombres debían ser fuertes, insensibles y con mucho carácter.
En general, el padre era el  encargado de transmitir al hijo varón las características psicológicas de su sexualidad. En ello entran en juego los paradigmas asumidos y las maneras de ser hombre en la sociedad en la que nació. La manera de vestirse, de llevar el cabello, de hablar, de conducirse, el tipo de juegos, los juguetes, las exigencias disciplinarias, inclusive la carrera profesional o el oficio que se iba a ejercer debía ser para hombres exclusivamente, estas eran algunas de las cosas importantes que se debían acatar sin reclamo, así debía de ser.
Para los hombres que fueron  educados bajo este esquema, la transición ha sido dura, porque al pertenecer a una sociedad más abierta, moderna llena de matices integrarse del todo y sentirse cómodos con lo que piensan, sienten y  poder expresarlo es un reto, es también dejar a un lado todos esos paradigmas con los que fueron educados con respecto de lo que debe ser un hombre, y esto no ha sido una tarea fácil.
La mujer ha tenido un papel determinante para este cambio, ya que cuando empieza a ganar más espacios laborales que sólo le pertenecía a los hombres y en la familia su papel se volvió más importante y entonces hubo un cambio radical en la manera de educar a los hijos varones.
Si ya fuimos educados de esta forma, es importante hacer un recuento de los daños y no cometer los mismos errores que cometieron con nosotros y repetirlos con los hijos, es mejor guardarnos nuestras frustraciones y traumas que nuestros padres nos heredaron. Mejor hay que educar seres humanos felices y libres, no importa si son hombres o mujeres.
Ya basta de educar a nuestros hijos varones insensibles y dejar de decirles todas esas frases que se les quedan tatuadas en la mente como: los hombres no lloran, no sienten, no dicen te quiero, no se enamoran, no bailan, no juegan, NO,NO,NO.
Dejemos sobretodo que nuestros hijos sean humano, no importa si son hombres o mujeres , que usen colores llamativos en su vestimenta, que se dejen el pelo largo y que por supuesto se enamoren y lloren por amor o tristeza no los hace menos hombres al contrario los hace seres más sensibles pero sobre todo seguros de si mismos de sus sentimientos, de sus fortalezas y sus debilidades.
Hay que dejar las frustraciones a un lado y empezar a vivir, los hombres son iguales o más sensibles que las mujeres, con las mismas necesidades de expresar sus sentimientos abiertamente sin cargar con culpas o estigmas culturales y sociales.
Estoy segura que muchos de nuestros padres, se quedaron con las ganas de hacer tantas cosas que no les permitieron hacer o no se atrevieron hacer por ser señalados o ser objeto de burlas de los mismos miembros de la familia.
A las mujeres sí nos gustan los hombres sensibles, divertidos, soñadores, preocupados por su apariencia física pero sobre todo, seguros de sí mismos y libres de expresar sus emociones.